martes, mayo 14, 2013

Invisibles


De todos los lugares de Santiago, que podíamos haber utilizado para escondernos, siempre nos terminábamos besando en la estación del metro. Dicen que cuando uno tiene algo muy encima, frente a sus ojos, no lo puede ver. Creo que esa era la razón para sentirnos tan seguros: sabíamos que la gente a nuestro alrededor estaba muy ocupada en sus asuntos para fijarse en una pareja de amantes.

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lunes, abril 15, 2013

Apurados

Me quedé parado en la esquina de San Antonio con la Alameda, esperando la ola de multitud, para cruzar la calle. En ese momento, una muchacha me tomó del brazo, al mismo tiempo que me preguntó si me ayudaba. Acepté agradecido. Avanzamos unos 50 metros, sorteando a las personas que venían en sentido contrario y mientras me llevaba a su propio paso, pensé: "que rápido camina la gente, cuando ve".

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viernes, junio 03, 2011

Títere

Ya lo he dicho antes y lo vuelvo a decir: me encanta ser mujer, me gusta la feminidad de la que soy dueña, el poder del coqueteo, la independencia, la autonomía, y esa fuerza interior que nos lleva a acciones insospechadas, pero hay algo que detesto y que hace que me odie: las hormonas, esas que se adueñan de mis pensamientos, sentimientos, acciones y pasiones… simplemente me manejan y no hay forma en que las pueda controlar. Llevo años en esto de ser mujer y no encuentro forma de domarlas.

He dicho y hecho cosas impulsada por las pasiones hormonales que han herido a personas, que han traído consecuencias poco positivas o simplemente me han generado un caos con los que me rodean y al final de cuenta me termino arrepintiendo y, créanme, me cuesta dar disculpas o pedir perdón: me duele el orgullo.

No conozco científicamente lo que pasa con nuestro cuerpo con esto de las hormonas pero hay veces en que siento ira, una furia interna que no debiera ser normal o a veces estoy tan feliz que tomo decisiones erróneas de pura pasión.

Lo confieso: soy un títere de mis hormonas pero puedo asegurar que soy la persona que más me odia porque nadie siente el terremoto mental y el arrepentimiento consecutivo que en una persona orgullosa como yo, es nefasto, he ahí la razón del auto-odio… lo bueno es que esto me pasa sólo una ves al mes y me dura una semana.

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martes, marzo 22, 2011

Ausente

Entre estaciones de conocimiento eufórico levito el cuerpo mientras la mente se encuentra en un desierto que hacía tiempo no visitaba. Nadie conoce la elección de mi madre y a nadie le importa; yo tampoco lo digo porque mi desierto es mas placentero de lo que recordaba o de lo que me gustaría aceptar... El masoquismo mental es uno de mis juegos favoritos por lo que no me cuesta trabajo desprenderme del exterior para que luego mi carta de presentación cambie y se vuelva hacia abajo. Solo pienso en mi desierto y en la agonía de llegar a mi refugio, estar en posición horizontal y volver a tener 7 meses de gestación con mi belleza lisa e imperfecta sintiendo el calor del gigante ciego que no me borrara en la oscuridad porque su estado inconciente no le permitirá verme ni tenerme y entonces yo me sumergiré en mi propia oscuridad y veré mas clara aun la grandeza de mi desierto.

martes, marzo 31, 2009

Espada y escudo

Sin pensar en nada específico encontré lo que buscaba.
Vagábamos con mi compañera de la perdición y nos lanzamos a una masa movediza con nuestros venenos en la mano, sorbiendo de vez en cuando un poco. De pronto una pareja de desconocidos comenzó a moverse y morirse junto a nosotras y nos propusieron ir a su refugio. No me di cuenta cuándo, después de negarme muchas veces a la añoranza, ya estaba sobre él, frotándonos y lamiéndonos, mientras mi compañera hacía lo suyo en otro lugar.
Era todo demasiado distorsionado, el veneno ya había hecho su parte en nuestros cuerpos, nos decíamos cosas sin sentido mientras nos frotábamos con fuerza y nos lastimábamos. No pude evitar el agradable escalofrío que sentí cuando toqué su espalda húmeda y su piel firme, lo toqué tantas veces como me lo permitió la lenta agonía del cuerpo y la mente. Tomé con una mano firme su flecha de roca y él comenzó a moverse con desesperación.
Nada se consumó: el no traía su escudo.
Ese mismo amanecer nos pusimos de acuerdo para tener un segundo encuentro. Esta vez sí hubo batalla.

viernes, enero 02, 2009

Rojo maraco intenso



Estaba sentada en la mesa junto a su cartera de moda, esperaba a su cita mientras se tomaba una copa de vino, miraba a las otras posibles víctimas y sonreía.
La más elegante del lugar.
El color de sus labios eran lo único que la delataba.

miércoles, diciembre 31, 2008

La comezón de los 27


Comenzó con una irritación, luego la picazón y de ahí lo peor.
Fue donde su genicóloga, resultado de esto: gastar mucha plata en remedios, ungüentos, pastillas y machis para mejorar a la malograda vagina.
Apenas salió de la consulta, le contó a su amiga sobre este acontecimiento:
Ella: hueona, tengo la cagá! Me llegó a dar vergüenza ir donde la doctora y esta huea me pica tanto que me llegan a dar escalofríos.
La amiga: hueona ¿sabí que? Yo creo que tu vagina está protestando porque le has dado el mismo pico por mucho tiempo, es una reacción alérgica a la monogamia.
Ambas estallaron en risas e hicieron un salud por los 27 años recién cumplidos de ella y su vagina alérgica.

miércoles, octubre 22, 2008

Puñaladas en mi (bis)

Foto (Alejandro Vega) http://www.flickr.com/photos/alevega/

Apenas estacioné el auto, no sé en qué parte fuera de la casa, me bajé, casi como si alguien me empujara desde dentro, no recuerdo si cerré la puerta o no, hice todo medio inconciente, abrí la puerta principal, tiré la cartera mientras corrí a la cocina, saqué el cuchillo que él ocupa para los asados, ese que no le gusta que ocupe para nada más, ese que ni siquiera puedo ocupar yo porque según él el filo se acostumbra a una misma mano y dura más. Siempre he tenido una especie de atracción escondida por los cuchillos: son tan bellos, tan poderosos. Una vez en mis manos, subí corriendo por las escaleras, hacia mi habitación, hacia nuestra habitación.
-Mientras miraba por la ventana de la oficina, a eso de las cuatro de la tarde, sentía que el viento me decía algo, son esas veces cuando miras el efecto que produce el viento en las cosas, los árboles, las hojas, la gente, cuando miras la vida y sientes que te dice algo, algo que a veces no entiendes, pero que sabes que existe.
- Abrí la puerta, ahí estaba nuestra cama tal cual la dejamos en la mañana antes de ir al trabajo, mi corazón latía tan fuerte que comencé a respirar más profundo por miedo a caer desvanecida.
-Cuando salí de la oficina, quise ir a dar una vuelta por algún parque que me encontrara en el camino, fue así como llegué a ese parque, sabía que existía, había pasado por ahí, pero nunca había entrado, tenía esculturas, bien cuidado, una especie de museo dentro, si no fuese por el río y los edificios que lo rodean, se me hubiese olvidado que estaba en Santiago. Caminé observando cada detalle, la gente, los árboles, el pasto. Me llamó la atención una pareja que jugaba, se perseguían, reían, se encontraban, se besaban y se volvían a perseguir.
Al ver su cara sentí que me ardía la nuca, siempre me sucede eso cuando tengo emociones muy fuertes, lo quedé mirando por un par de minutos, no sé si por asegurarme de que fuera él, o por ese placer morboso del masoquismo. Se veía tan contento, parecía un niño, ella también. Recordé las tantas veces que nos besamos, que jugamos casi, casi igual, las risas, el amor, la pasión, recordé las tantas veces que me dijo que me amaba y me miraba a los ojos…jamás pensé en la posibilidad del engaño, nunca!, siempre creí tener una relación estable, con amor, sin mentiras, teníamos sexo del bueno, éramos cómplices, siempre existió la confianza para todo y nuestros amigos nos miraban con admiración.
Ahí estaba él, ella y yo: un triángulo casi perfecto, sólo me quedé un par de segundos más mirando y ese tiempo bastó para darme cuenta que tenía una relación en la nada, en el aire, un invento, una mentira. Di media vuelta, me dirigí al auto con rumbo a nuestra casa, aún no recuerdo por dónde me fui.
- Después de tomar aire y recordar la cara de felicidad de él al estar con ella, después de recordar que él era el hombre que más amaba en el mundo, me lancé sobre la cama y comencé a enterrar el cuchillo en ella, la primera fue con dolor, el resto fue con furia…me gustó sentir la suavidad con la que el filo se hacía paso entre las telas. Mientras enterraba el cuchillo una y otra vez en la cama, lo estaba enterrando también en las tantas veces que hicimos el amor ahí, en las tantas veces que me dijo que me amaba, en nuestros juegos, en nuestra risa, en nuestro amor, en nuestras peleas, en los momentos vividos que pasaron por mi mente, en nuestra vida, en él y en mi. Lo enterraba con rabia, con dolor, con pasión, con odio, con toda mi fuerza; por una milésima de segundo pasó por mi mente una escena terrible y placentera al mismo tiempo: en vez de la cama, era él y luego yo, el rojo intenso de la sangre contrastando con el blanco de las sábanas y nuestros cuerpos en medio…qué bello. Cuando volví a mi realidad tuve que parar, me sentía agotada física y mentalmente. De rodillas en la cama observé mi crimen, ya no se podían distinguir bien los cortes. Ya no sentía odio, ni rabia y recién ahí pude llorar, lloré con toda la pena que pude, lloré de lástima, lloré sola en la casa, lloré por mi y por la vida de mierda que me creé y lloré porque esa iba a ser la última vez que lloraba por amor.

jueves, septiembre 04, 2008

Promesa sin cumplir

Foto: Francisco Hernández (www.serurbano.cl y http://www.flickr.com/photos/serurbano/)

¡¡No te quisiera volver a ver nunca más!! – me dijo en algún momento de desesperación - llevaba media hora llorando frente a mi, abriéndose el corazón a la fuerza, como un garfio lo desgarró y me lo mostró, ahí lo tenía yo. Me había dicho lo tanto que lo sentía, lo tanto que se arrepentía por haber sido tan estúpida, entre líneas me pedía que volviera a ser todo como antes…me rogaba…Esa noche se olvidó de su orgullo y su dignidad fue un estado inexistente.
Las lágrimas bañaban incansablemente su rostro, y se congelaban en su piel por el frío de la madrugada, yo la miraba y la escuchaba, no quise interrumpir su largo monólogo sobre la cuenta en la que cayó: en realidad me quería y en el fondo me veía como el padre de sus hijos. Debo confesar que me reí un poco interiormente, es que me lo imaginé: ella y yo no teníamos nada que ver, excepto el gusto por revolcarnos en la cama ¿y pensar en un hijo a mis 25 años? ¡se había vuelto loca!
Cuando por fin terminó de intentar volver al pasado sin éxito, le entregué mi respuesta, es que no me interesaba en lo absoluto estar sólo con ella. Ese fue el momento en que se desesperó y me dijo que no me quería volver a ver. No me importaba mayormente, lo dejé en sus manos: que fuera su responsabilidad nuestro destino. Me miró y dijo que necesitaba dormir, la tomé de la mano, nos subimos a una micro y la llevé a mi cama…una vez más.



lunes, agosto 25, 2008

En la mesa una dama

Pertenezco al foro de una radio donde se debaten distintos temas todos los días. Esta vez se hablo del sexo en la primera cita, mucha gente opinó y quedé sorprendida del machismo, el tradicionalismo excesivo, el miedo y el hambre de enjuiciar a las personas que hacen lo que creemos está mal sólo por el hecho que nos enseñaron eso.
Mujeres y hombres chilenos de distintas edades opinaban del tema pero sólo se referían a las mujeres: “las mujeres que hacen eso no son para llamarlas al día siguiente”, “mejor demorarse un poco porque hay que ser siempre lady”, “si se acostó a la primera conmigo entonces quizás con cuántos lo hizo antes”, “igual esa mujer pasa a ser tema para hablar después de”, “los hombres son machistas y si te vas al tiro a la cama, después no te pescan”. Al final el tema pasó, casi, “del sexo en la primera cita” a “las mujeres que se acuestan en la primera cita”, y yo quedé impactada porque a parte de ser un tema del que tengo mucho que decir, me sorprendí de lo atrasados que estamos como país con algunas cosas y no se trata de ser libertinos y lanzarnos en pelota a la calle y volvernos locos tirando, se trata de abrir un poco más la mente y darnos cuenta en qué año estamos, cuántas cosas han pasado y que somos seres libres en la medida que no le hacemos daño al resto.
Mucha gente hablaba de que a “esas mujeres” los hombres no las llevan al altar o no las llaman al día siguiente, lo que hace que me pregunte: ¿nadie se ha puesto a pensar que “esas mujeres” lo que menos quieren es que las llamen al día siguiente?
Las mujeres tenemos la capacidad de pensar igual de frío que los hombres, podemos utilizar sexualmente a nuestra pareja de alcoba igual y mejor como lo hacen ellos. Si queremos sexo, vamos por ello y si el tipo en cuestión nos llama al día siguiente es pura buena onda, pero nada más. No es un tema si nos llaman o no, si nos quieren o no nos quieren, cuando una mujer sabe a lo que va, ese tipo de cuestionamientos no pasa por la mente.
Y ese es el tema: saber a lo que una va, tener claro el cuento. Cuántas veces, en mi soltería, yo decía “hoy me quiero tirar a alguien” e iba con esa idea y si no pasaba no había problema, pero si pasaba era maravilloso, al rato me sentía bien, satisfecha, grande, mujer por sobre todas las cosas y al día siguiente me daba lo mismo si él me llamaba o no y yo no me preocupaba de llamarlo.
Aún así, he tenido la suerte (no digo que buena o mala, sólo suerte) que las parejas más interesantes, que he querido, me han querido y que la relación de pareja con ellas ha durado un tiempo, han salido de esos encuentros fortuitos, ¿por qué? no lo sé, supongo que les caigo bien (porque siempre son ellos los que me llaman) o les agrada mi osadía, o pensarán que seré así de fogosa todas las veces que tengamos sexo (lo que es un riesgo pensar ya que es la aventura de la conquista la que me pone tan apasionada) y es así como comenzamos a conocernos, a hablar de cada uno, de nosotros, a conocer familias, etc. y se va formando algo muy interesante y agradable.
Pero siempre está el factor enjuiciamiento público, la gente que te apunta con el dedo y te pone los más ofensivos y chistosos sobrenombres. En este país tan hipócrita y mojigato las mujeres libres somos enjuiciadas constantemente, siempre por debajo, claro está. A veces algunas amigas aconsejan que una se cuide, que se haga la difícil para que la tomen más en cuenta o a los amigos no les parece gracioso si una les cuenta la última aventura sexual de la semana, se ríen nerviosos o tiran una talla pesada/chistosa. Sólo una amiga me ha dicho que no acepta mi comportamiento y que considera que estoy sumamente equivocada, que no me doy el valor que realmente tengo…valoro mucho su amistad, la amo y respeto y agradezco siempre la franqueza, pero no estoy de acuerdo con su opinión.
A los hombres nadie les dice nada y ya estoy un poco cansada y decepcionada de la mentalidad chilena y no es que a los hombres haya que decirles algo es que ya está bueno que tengamos que estar preocupados de la opinión del resto, ya está bueno que seamos las mujeres a las que se apunta con el dedo, ¿cuándo vamos a poder vivir nuestra sexualidad tan libre y plenamente como nuestro cuerpo y el cuerpo del otro lo permita? Y no lo digo por mi, lo digo por aquellas mujeres que se impiden ser ellas mismas en la primera cita y que se llenan de prejuicios, lo digo por aquellas jóvenes, madres, esposas y mujeres que aún en estos tiempos se impiden desear y disfrutar del cuerpo de un hombre embistiéndolas, lo digo porque todas las mujeres tenemos el derecho de ser unas putas en la cama.